18 Otoños
Mi cumpleaños es en par de horas.
Irónicamente en mi mente no están los globos, la música, las buenas vibras, los
regalos y aquellas llamadas del familiar que ni sabía que poseías acordándose de
tu día. Lo único que entra a mi cabeza es este pensamiento de que ya debo
empezar a ser un adulto o hacer cosas de adulto. Poner a un lado mis sueños y
tener mis prioridades. Que debería estudiar un bachillerato que ni siquiera me
gusta como ‘back up' si no consigo trabajo en lo que me gusta. Pero es mi
cumpleaños, debería de estar feliz, es el único día del año que está dedicado
hacia mí. No debería de distraerme
por tonterías como: ¿qué hago con mi vida?,
calentamiento global, políticos de mierda, ¿lo que estoy estudiando
verdaderamente me gusta?, cualquier acción que hagamos causará algún cambio en
el universo y finalmente, habrá llegado la luz en casa (ya que en Puerto Rico
estamos viviendo una crisis humanitaria). Tengo miedo de ser un adulto. Es
parte de la vida. Tenerle miedo a lo desconocido. Por eso lo enfrentare sin
temor. Pero escucho la frase: ‘ser un adulto’ y me da más miedo que ver 15
llamadas perdidas de mi mama. Estoy invicto enfrentando las pruebas del
universo. Sin embargo, siento que la vida de adulto hará trampa y me golpea un
rodillazo en los testículos. Yo llamaría eso una pelea sucia, pero otros
llamarían un choque con la realidad. No
quiero ser de esos adultos que trabajan algo que les aburre. No quiero ser de
esos adultos que pierden sus sueños por circunstancias de la vida. No quiero
ser de esos adultos que tienen un desinterés en la vida. Aquellos que perdieron
el éxtasis y la razón de vivir. Mi miedo es que la vida cambie quien soy. Es
inevitable. Yo no era el mismo hace 1 año o hasta simplemente una semana. Así
que le proveeré la bienvenida al cambio con los brazos abierto. Vida, si estas leyendo esto te estaré reservando
un pedazo de flan y un vaso de whiskey. Para que cojas un poco de piedad
conmigo y el resto del mundo.
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